Acusado de ser un filósofo para principiantes del cual sólo las almas jóvenes pueden asirse en su inexperiencia intelectual, Nietzsche es uno de los más grandes pensadores en nuestra historia, sin importar ningún tipo de juicio detractor. Un autor que ha sido malinterpretado en más de una ocasión y vilipendiado por la crítica desde sus inicios, el alemán maestro de la sospecha cuenta con cientos de lecturas cojas que sólo han logrado posicionarle como hereje, anticristiano, caustico y mórbido en el transcurso de los años. Por ejemplo, es bien sabido que la perspectiva desde la que se leyó “Así habló Zaratustra” en el tan llamado periodo nazi de su país, no sólo logró esparcir por el mundo una fama oscura del filólogo, sino posibilitó errores y aciertos en la inteligencia humana, en la cultura popular del planeta Tierra.
En esa línea, uno de los conceptos más utilizados en la vida diaria y sus imaginarios es el de Superhombre. Un término cuyas evoluciones como Superman gobiernan la identificación exacta del héroe en el cómic y el cine, además de una caracterización bélica que en su nomenclatura de Ubermensch rememora un episodio tanto trágico como vergonzoso de la demencia histórica. No obstante, aunque la creación de Schuster y Siegel –genios detrás de Clark Kent– no se aleja del todo en relación con el postulado nietzscheano, sí es necesario acotar que el entendimiento de dicho humano hiperdotado no vive en nuestra mente de la manera más adecuada.
No podemos negar que el Superhombre sea un sujeto elitista, demandante, rígido y en algunas ocasiones violento –en la amplia definición de esta palabra–. Lo que sí podemos extender en su aprehensión es que tampoco se caracteriza por democrático, occidental, sensible y mayoritariamente condescendiente. Lo cual, por cierto, no está mal; dejémonos de romanticismos. De hecho, el individuo de mallas azules y calzoncillos rojos nació como una propuesta (judía) que mediante la diversión planeaba contraponerse a los ideales germanos del filósofo, asumiéndolo un personaje indisociable del nacionalsocialismo. Más equivocado, no se podría.
Pero, entonces, ¿cómo llegar a ser uno siendo lo más fieles que se pueda al sistema nietzscheano? Uno que no termine en la caricaturización de la propuesta, pero tampoco se confunda con un ser despreciable.
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10. Primero, se debe entender en el completo entendimiento del autor que la vida, por naturaleza, es siempre segura de sí misma y codiciosa. Codiciosa de más vida. En otras palabras: una buena cantidad de lucha y dolor, de marchitud, no trasciende más que un indetenible deseo de florecer.
9. Nietzsche nunca incitó a nadie para torturar o crear campos de concentración. La supremacía que él sugería con su Übermensch es una que aceptara ese vitalismo siempre alzando la cabeza, nunca arrastrándose ante nada impuesto.
8. Así, el Superhombre piensa por sí mismo. Lo bueno y lo malo son, justamente de esa forma, por él y nadie más.
7. Defiende su independencia de pensamiento y cuerpo sin recurrir a ningún criterio ajeno.
5. En la reinterpretación como héroe-fenómeno, el Superman idealizado guarda un poco de su esencia en esa expresión de máxima responsabilidad ante todo; lo que cabe destacar del modelo original es que éste la ejecuta para marcar su estado privilegiado, no por ayuda desinteresada.
4. Este ser superior no dobla barras de acero ni detiene trenes bala, pero sí es un sujeto vigoros, fuerte y físicamente dotado.
3. El Superhombre comienza afirmando que Dios ha muerto. No en el sentido banal y escandaloso que se le da al postulado, sino en una confirmación de que es una criatura capaz de sostenerse por sí sola.
2. Hay un punto en el cual quizá no pueda defenderse su personificación y es que, efectivamente, dada una determinada concepción evolutiva de su autor, sus su contexto social-histórico, no pueden pensarse estos atributos más que en la exclusividad del género masculino. Sin embargo, ¿no podría ya extenderse su tratado por encima de cualquier género humano?
- Uno de los aspectos negativos –o que se pueden leer de tal manera– en este Übermensch es su inquebrantable desprecio por los débiles. Pero debe entenderse, en todo caso, como una actitud que confronta a las ideas ultraterrenales, ama el peligro, se lanza al combate, acepta los desafíos y busca la elevación de lo humano.
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Nietzsche da una serie de rasgos que lo caracterizan, como hemos visto, no sólo en la idea sino en la posibilidad de hecho. Los más importantes son la libertad de espíritu, llegar a ser lo que es, diferenciarse de los demás, centrar la importancia en el individuo y crear sus propias normas. El Superhombre es aquel que cuando toma una decisión no se arrepiente de ella y la asume con todas las consecuencias. Esta libertad –y esta necesidad de desenvolverse en todos los campos– implica que no pueda llegar a una certeza, y que tampoco podamos los demás ver nada más allá de lo que él desea mostrar. Para aclarar más este pensamiento, lee las siguientes 8 novelas para entender a Nietzsche y 40 pensamientos clave de Nietzsche para los inconformes crónicos.
Nietzsche da una serie de rasgos que lo caracterizan, como hemos visto, no sólo en la idea sino en la posibilidad de hecho. Los más importantes son la libertad de espíritu, llegar a ser lo que es, diferenciarse de los demás, centrar la importancia en el individuo y crear sus propias normas. El Superhombre es aquel que cuando toma una decisión no se arrepiente de ella y la asume con todas las consecuencias. Esta libertad –y esta necesidad de desenvolverse en todos los campos– implica que no pueda llegar a una certeza, y que tampoco podamos los demás ver nada más allá de lo que él desea mostrar. Para aclarar más este pensamiento, lee las siguientes 8 novelas para entender a Nietzsche y 40 pensamientos clave de Nietzsche para los inconformes crónicos.
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